Opinión. 8 de marzo: Género, violencia y prevención
La crisis económica ha aumentado la brecha de género en el mundo laboral, incrementando las diferencias entre el salario de las mujeres respecto al de los hombres así como en las condiciones laborales. Esta precariedad se visualiza también en el reparto desigual de las tareas de cuidado del hogar y de la familia, recayendo especialmente en ellas, el cuidado a las personas dependientes.
Conocemos las dificultades y los problemas que afectan a las mujeres y cada 8 de marzo tenemos una cita destacada en la agenda para no olvidar, para que no decaiga el trabajo por la igualad en todos los ámbitos.
La violencia de género contribuye de manera decisiva en el aumento de la desigualdad porque merma el pleno desarrollo emocional, social y laboral de las mujeres, impidiéndoles hacer realidad su proyecto vital.
La violencia de género es un atentado contra la vida, contra la dignidad, los derechos y la integridad física y psíquica de las victimas que, en ocasiones, mina de forma silente su salud mental y psicológica dada la presión emocional que sobre ellas ejerce el agresor.
Esta violencia es una suerte de terrorismo doméstico que, según las cifras correspondientes al 15 de febrero de 2016, se ha cobrado en España 10 víctimas mortales. Para ellas ya no hay esperanza y si nos fijamos en Canarias, es una de las Comunidades autónomas con más denuncias, órdenes de protección y víctimas de violencia machista.
Este fenómeno genera tal grado de incertidumbre, inseguridad y dolor que sobrepasa lo estrictamente privado y se convierte en un problema social al que los poderes públicos han de ofrecer respuesta, promoviendo acciones para la prevención y educación desde la infancia, así como la asistencia, protección y reinserción de las víctimas para garantizar su dignidad personal y el pleno respeto de sus entornos familiares y sociales.
Las situaciones de violencia sobre la mujer afectan de manera dramática a los menores que se encuentran dentro de su entorno familiar, y a los familiares más próximos. Los más pequeños son más vulnerables a las consecuencias que el dolor y agresión producen en su personalidad, en su desarrollo.
Por ello, desde el Parlamento de Canarias propusimos al Gobierno modificar el Protocolo para la atención de las víctimas de violencia de género en las Islas, con el fin de que se garantizara la protección de los familiares más cercanos y de los hijos, no sólo para la tutela de los derechos de los menores, sino para que las medidas de protección adoptadas respecto de la mujer sean efectivas.
Esta semana, en Comisión, le trasladé al Consejero del Área la necesidad de seguir agilizando los procesos y la respuesta a las víctimas que permita calificar y hacer una valoración del riesgo más inmediata, potenciando las Unidades de Valoración Integral, para tener en cuenta la protección y atención a la mujer víctima de malos tratos y actuar en coherencia según el grado de peligro en el que se encuentra.
Creemos que estas medidas son necesarias para dar mejor respuesta a la indefensión que produce la violencia ejercida contras las mujeres. Es un problema de todos.