Opinión. Las Reservas de la Biosfera, oportunidad para el desarrollo urbano

David de la Hoz.-
Canarias vuelve a tener una gran oportunidad, la de convertirse en referente para otros pueblos y ciudades del mundo. Nuestro extraordinario territorio podría transformarse en laboratorio donde se ensayen nuevas formas de gestión para alcanzar un desarrollo sostenible integral, impulsado desde nuestras siete Reservas de la Biosfera.
Tenemos ante nosotros una ocasión única para sentar precedentes y seguir avanzando hacia la total integración del hombre con la naturaleza. Esa es, a fin de cuentas, la meta principal del programa internacional MaB (Man and Biosphere) de la UNESCO.
Lanzarote cumple, en 2018, los 25 años de su declaración como Reserva de la Biosfera, siendo la primera región de España, junto a Menorca, en obtener este nombramiento para el total de su territorio. Hasta ese momento las Reservas de la Biosfera se limitaban a ciertas zonas naturales con especial singularidad.
Nuestras redes insulares, regionales y nacionales de protección del territorio han venido haciendo un gran trabajo, y es hora de que nos marquemos nuevos retos y que situemos la Reservas de la Biosfera, así como los principios y funciones que definen el programa MaB, en el lugar que merecen. Eso implica concebir el desarrollo sostenible desde una visión holística, que va más allá del medio natural, que no se circunscribe sólo a lo rural, que la Reserva de la Biosfera son todos los núcleos poblacionales que la integran, incluidos los urbanos.
Para ello hay que partir de la premisa de que los núcleos urbanos no son espacios distanciados de la naturaleza, sino que forman parte de ella, siendo elementos indivisibles. El desarrollo de nuestra tierra tiene, por tanto, que aunar lo urbano, lo rural y lo natural en un mimo paisaje integrado.
Esto implica que tenemos que avanzar hacia el biourbanismo, de manera que paisaje y naturaleza vayan de la mano en una simbiosis perfecta que integre además el desarrollo comunitario y social como eje prioritario de un nuevo modelo de sostenibilidad.
No puede entenderse nuestra historia, nuestra cultura y nuestra forma de ser sin el medio que nos rodea. No somos así por casualidad. El canario ha ido dando cuerpo a su idiosincrasia en base a la biosfera. No sólo nos hemos adaptado al espacio que nos rodea, sino que formamos parte de él.
Desde el 2013, la cátedra UNESCO sobre Reservas de la Biosfera y Ambiente Urbano viene proponiendo la necesidad de implantar un nuevo modelo de Reserva de la Biosfera, que sirva como herramienta para planificar el medio físico y biológico de la ciudad y de su entorno. Una cuestión que resulta de vital importancia para muchas ciudades iberoamericanas, y que debemos hacer extensiva también a Canarias.
Hace unos meses recibíamos la buena noticia de que por fin contábamos en las Islas con un Observatorio de Cambio Climático, y ahora podemos dar otro paso más en la dirección de alcanzar esa Canarias autosuficiente y sostenible en la que muchos creemos, pero no sólo desde una acotada visión meramente medioambiental, sino mucho más global, como eje transversal en materia económica, cultural, social, urbanística, etc.
Precisamente con ese convencimiento llevamos a pleno desde el grupo parlamentario nacionalista una proposición no de ley que inste a los gobiernos central y autonómico, así como a las propias Reservas de la Biosfera a poner en marcha medidas de desarrollo integral de los núcleos poblacionales.
Yo creo en ello. El bionacionalismo del que vengo hablando es precisamente esto, avanzar hacia la sostenibilidad, entendida en su sentido más amplio, y vertebrar acciones específicas que consigan mejorar la adaptabilidad de los canarios a la biosfera e impulsar un desarrollo sostenible.