Por unos deberes racionales y equitativos
Socorro Beato.-
Últimamente crece el debate social sobre la cantidad y la utilidad de los deberes.
Sus detractores piden la supresión o reducirlos drásticamente por que restan demasiado tiempo a los niños para socializar con amigos y familiares y jugar; cuestionan la utilidad de tareas repetitivas o mecánicas sin valor pedagógico, sin tener en cuenta las necesidades de cada niño y sin coordinación entre asignaturas.
Por el contrario, sus defensores plantean que sirven para inculcar el valor del esfuerzo, adquirir disciplina profundizar en el aprendizaje y conectan a la familia con la educación de los niños, reforzando vínculos entre padres e hijos.
A tenor de estas posturas, muchos son los interrogantes sobre la conveniencia, el volumen, la procedencia o no de su calificación (utilidad?) académica y su incidencia en la vida familiar. Y, lo cierto es que, desde el punto de vista pedagógico, no hay evidencia concluyente para ninguna de las dos posiciones.
El asunto requiere una reflexión a la vista del informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que constata que España es el quinto país con más deberes en una lista de 38 naciones.
Con 6,5 horas de tarea a la semana frente a una media de 4,9 horas, nuestros alumnos son de los que más horas dedican a los deberes.
El informe alerta del riesgo de desigualdades y advierte que son una carga mayor para los alumnos con desventajas socioeconómicas como familias que carecen de formación, de tiempo para implicarse o incluso de un espacio adecuado y tranquilo en casa para sentarse a hacer la tarea.
Por otra parte según la encuesta de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la salud de los niños en edad escolar, España es de los países con mayor porcentaje de niños que se sienten presionados por los deberes.
Hace unos días, en el Parlamento de Canarias, planteamos centrar el debate en el análisis de los deberes como práctica pedagógica para dar respuesta a el qué, cómo, porqué y para qué de los mismos.
Desde el Grupo Nacionalista Canario presentamos una iniciativa, que obtuvo el apoyo de la mayoría de la Cámara, para elaborar una herramienta orientativa, en forma de protocolo, para los centros, docentes, familia y alumnado a fin de definir, dentro de un equilibrio metodológico, unos deberes racionales y equitativos y establecer un programa piloto donde se evalúe, cuantitativa y cualitativamente, el referido protocolo.
Planteamos fijar pautas para Educación Infantil, Primaria y Secundaria; la naturaleza y características pedagógicas de los deberes; las tareas en vacaciones y las malas prácticas a desterrar.
Las tareas han de ser las idóneas para la correcta formación de los alumnos y deben repercutir en el dominio de las competencias y la adquisición de habilidades para la vida.
Debemos apostar por que su intensidad sea inversamente proporcional a las edades de los alumnos, y ajustadas a las singularidades de cada niño, edad y nivel, evitando trabajos mecánicos, pasivos o repetitivos, priorizando actividades que fomenten la lectura, la investigación, la expresión y la creatividad.
En las últimas semanas, coincidiendo con el comienzo de curso, leemos titulares que causan inquietud como “la guerra de los deberes” o “la insumisión de los deberes”.
Esta divergencia sobre su utilidad, preocupa, máxime cuando estamos construyendo personas para el futuro y debiéramos recuperar la cultura del esfuerzo y la responsabilidad.
No nos gustaría que este asunto se politice y se utilice como una confrontación política entre dos concepciones de la educación. Los deberes más que para dividir pueden ser una oportunidad para afrontar un debate más profundo que entronque con la necesidad de alcanzar un gran pacto social y político por la educación en España.
En esta, como en muchas cosas en la vida, en el equilibrio y en el término medio está la virtud. Conjugar escuela y juego con deberes racionales y equitativos, que diviertan y enseñen a la vez que les hagan crecer, emocionarse, disfrutar y sobre todo que les ayuden para la vida.