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Opinión. Nacionalismo responsable y sin prisas

Opinión. Nacionalismo responsable y sin prisas

García Ramos

Juan Manuel García Ramos.-

Como nacionalistas canarios tenemos la obligación de ganarnos día a día la confianza de nuestro pueblo y de explicar con seriedad nuestra manera de entender y de ejercer la política en unos momentos en los que los nacionalismos están sufriendo los mayores ataques de desprestigio por parte de un sector muy considerable de la prensa centralista española.

La Comunidad Autónoma  de Canarias está vinculada  a una estructura estatal por medio del Estatuto de Autonomía, y a una estructura supraestatal, la Unión Europea, a través del artículo 249 del Tratado de Funcionamiento de esa Unión, y no ha de cejar, desde la perspectiva nacionalista, en mejorar su posición dentro de esos marcos jurídico-políticos.

Canarias es un territorio apetecido por vecinos que no hace falta señalar con el dedo y cualquier paso hacia un proceso de descolonización o de desconexión  -que nunca hay que descartar, aunque no son estos los tiempos de esos derroteros- habría de tener muy en cuenta esas apetencias cercanas, como en otras etapas históricas sucedió con aspiraciones semejantes de Inglaterra y Estados Unidos. El nacionalismo de Secundino Delgado giró considerablemente hacia el autonomismo ante movimientos estadounidenses que pretendían una anexión de Canarias parecida a la empleada con Cuba en 1898.

Los nacionalistas canarios hemos de dar pasos muy medidos, sin abandonar nunca el robustecimiento de nuestros ejes de autogobierno y de autolegislación, para convertirnos en un pueblo adulto y en un sujeto político menos dependiente.

El estremecimiento de las cuadernas del Estado español que está significando el asunto catalán ha puesto en guardia a otros territorios de ese estado. Euskadi y su lehendakari han mantenido posturas muy distintas ante el procés de sus vecinos del norte: desde poner en cuestión la seriedad de su referéndum, hasta solidarizarse sin condiciones con los rumbos del Govern o aconsejar elecciones inminentes. Todos los días cambian los análisis y los compromisos.

Desde Canarias observamos lo que sucede en Cataluña con una doble preocupación. Pero principalmente porque puede constituir un primer paso para una reordenación en profundidad de la organización territorial del Estado ante la que no podemos quedarnos al margen.

Algunas fuerzas políticas canarias partidarias del independentismo han lanzado mensajes donde parecen mimetizarse con el proceso catalán, en un totum revolutum donde esperan pescar algo. Si se quiebra el Estado, ha llegado la hora, se dicen para sus adentros. Y, en paralelo, exigen de otras organizaciones nacionalistas canarias posturas análogas.

Confieso que es difícil pronunciarse, el discurso catalán nos ha arrastrado a un seguimiento permanente de lo que sucede hora a hora en esa nación. Todos los días surgen noticias de pasos adelante y atrás de las aspiraciones secesionistas, con un alto número de ciudadanía ocupando las calles y homologando las posiciones del  gobierno de Puigdemont.

La respuesta a ese reto de las llamadas fuerzas constitucionalistas, con la aplicación del artículo 155 de la Constitución en la comunidad catalana, ha producido aún más perplejidad en muchas fuerzas nacionalistas subestatales, incluidas las canarias, por supuesto.

Pero no hemos de olvidar que por regla general los  nacionalistas catalanes, vascos y gallegos no se acuerdan de los nacionalistas canarios cuando se plantean, en ese club selecto, una reorganización territorial del Estado hacia formatos más transautonómicos. Algunos opinan que no se acuerdan de nosotros porque las actuales fuerzas nacionalistas con poder político, llámense CC-PNC o NC, no han logrado ser respetadas como tales fuerzas nacionalistas. Acaso sin dejar de llevar cierta razón debido a la debilidad de nuestros destellos ideológicos fuera de nuestras islas.

Lo que sí queda claro es que, como acaba de afirmar Nicolás Sartorius en El País (24/10/17), “Naciones Unidas ha concretado su doctrina sobre este tema señalando que debe respetarse la libre determinación [de los pueblos] solo en los casos de dominio colonial o en supuestos de opresión, persecución o discriminación, pero en ningún caso para quebrantar la unidad nacional de países democráticos”. Lo dice un viejo y solvente comunista, nada sospechoso de reaccionarismo.

Vistas así las cosas, resulta que, de los diecisiete territorios del Estado español, Canarias sería el único que contaría con el respaldo de Naciones Unidas y de la comunidad internacional por su pasado colonial. Hace unos meses le dije esto a Andoni Ortuzar, el presidente del PNV, durante un debate en Tenerife al respecto. Ortuzar no tuvo más remedio que reconocer la excepcionalidad del caso canario en esta carrera desenfrenada de los nacionalismos periféricos españoles por obtener agarraderas internacionales para sus aspiraciones mediatas e inmediatas. No hay prisa, pero es bueno saber que por mucho que nos discriminen nacionalistas catalanes, vascos y gallegos, los únicos nacionalistas con futuro y cobertura internacional somos los canarios. Todo a su tiempo.

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